¿Dejarías una cámara GoPro apuntando a tu escritorio las 24 horas? Ese es el tipo de pregunta que me vino a la cabeza la primera vez que probé Recall, la función de IA que Microsoft ha preparado para Windows 11. La idea suena tentadora: tu PC recuerda absolutamente todo lo que viste y haces una búsqueda tipo “encuéntrame la factura de marzo con el logo verde” y ¡pum!, aparece. Productividad con esteroides.
Y aquí viene lo bueno: para lograr ese truco, Recall captura periódicamente imágenes de tu escritorio, las indexa con IA (sí, OCR y semántica local) y te permite rebobinar tu vida digital como si fuera la barra de tiempo de un editor de vídeo. Si tu trabajo es un caos de pestañas y documentos, esto es como tener un asistente que nunca se cansa ni olvida.
¿Qué es exactamente Recall?
- Una función de IA en Windows 11 (pensada para los Copilot+ PCs con NPU) que toma “instantáneas” del escritorio cada pocos segundos.
- Esas instantáneas se analizan en local y se convierten en una especie de memoria consultable: texto en imágenes, botones que pulsaste, webs, PDFs, apps… todo entra al índice.
- La promesa: agilizar búsquedas, retomar tareas a mitad, automatizar acciones con Copilot y recuperar contextos en cuestión de segundos.
Suena futurista, lo sé. Pero, ojo con esto: si el sistema lo ve todo, también puede ver lo que preferirías que jamás quedara registrado.
El choque con la realidad: privacidad y seguridad
Microsoft ha incorporado filtros inteligentes para no capturar datos sensibles —piensa en contraseñas, números de tarjetas o información bancaria— y ha reforzado la protección con cifrado local y desbloqueo mediante Windows Hello. Incluso hizo algo clave: posponer el lanzamiento masivo y convertir Recall en una función opt‑in, después de una tormenta de críticas de la comunidad de seguridad y privacidad. Esa pausa sirvió para añadir controles, perfeccionar los clasificadores y reforzar la administración en empresas.
El problema es que los filtros no son infalibles. Diversas pruebas de investigadores y pentesters mostraron que Recall podía capturar:
- Números de tarjetas de crédito y códigos visibles en pantalla (incluyendo CVV si aparecía en una confirmación).
- Saldos y movimientos en banca online, perfectamente legibles en las capturas.
- Listas de contraseñas o exportaciones de gestores si, por despiste, las abrías en texto (sí, pasa).
- Códigos TOTP de 2FA mostrados en notificaciones o widgets.
No es magia negra: si algo se ve en tu pantalla y el filtro no lo detecta como sensible, se captura. Piensa en Recall como un amigo que toma notas de todo, con la mejor intención… pero que a veces apunta también lo que no debía. Y en seguridad, ese “a veces” basta para meterte en problemas.
¿Por qué esto preocupa tanto a los expertos?
Porque convierte tu PC en un tesoro para ciberdelincuentes. Los atacantes no necesitan vulnerar tu banco si pueden robar tu memoria de pantallazos y buscar allí lo valioso. Infostealers y malware ya existen precisamente para exfiltrar todo lo que encuentran: cookies, sesiones, tokens, historiales. Añade a la lista un timeline visual de tu vida digital y la fiesta está servida.
Sí, Microsoft cifra las instantáneas y las liga a tu cuenta y a Windows Hello. Eso complica el robo en frío. Pero si malware se ejecuta con tu sesión activa (un escenario tristemente común), el riesgo vuelve: el atacante puede acceder al contenido “ya desbloqueado” o esperar a que lo esté. Es la diferencia entre tener la caja fuerte cerrada en el maletero y conducir con ella abierta en el asiento del copiloto.
Déjà vu: ActiveX, OLE y la eterna cuerda floja
Los veteranos de Windows recordarán otras épocas en las que Microsoft quiso llevar la automatización un paso más allá. ActiveX hizo posible experiencias muy potentes en el navegador… y también abrió una autopista a exploits legendarios. OLE Automation facilitó integraciones entre apps y, de rebote, vectorizó macros maliciosas durante años. El patrón se repite: cuanto más poder y visibilidad das a una tecnología, más tienes que blindarla.
En 2025, ese patrón llega con sabor a IA. Recall es una navaja suiza brutal para la productividad, pero que también corta del otro lado si la dejas suelta.
¿Cuándo y cómo se podrá usar?
A día de hoy, Microsoft mantiene Recall con un despliegue prudente: opt‑in, más controles y con la intención manifiesta de tenerlo listo cuando las salvaguardas estén a la altura. La compañía habla de todo local, cifrado, integración con Windows Hello y administración centralizada en entornos corporativos para permitir/impedir su uso.
Esto es importante: la arquitectura local alivia parte del miedo (no hay una nube chupándose tus pantallas cada minuto), pero no elimina el mayor riesgo, que es el acceso desde tu propia sesión.
¿Quién se beneficiaría realmente?
– Quien maneja mucha información contextual: analistas, redactores, soporte, legales. Ese “¿dónde vi tal cláusula?” se resuelve en segundos.
– Personas con decenas de pestañas y apps simultáneas. Recall reduce el dolor de la multitarea crónica.
– Usuarios que buscan automatización con IA: “abre el presupuesto que edité ayer, quita la fila de gastos duplicados y envía el PDF a María”. Soñado, lo sé.
Pero si eres de los que tienen banca, RR. HH., CRM y gestor de contraseñas siempre abiertos, la exposición potencial es mayor. En empresas reguladas, la respuesta por ahora es casi obvia: deshabilitarlo por política.
Mi lectura como usuario y como profesional
– Productividad: 9/10 en concepto. Tener un timeline consultable de todo lo que haces es como pasar de memoria humana a memoria fotográfica.
– Privacidad y seguridad: 4/10 en su versión actual. Demasiados escenarios donde algo muy sensible podría colarse. Incluso con mejores filtros, la superficie de ataque crece mucho.
– Confianza: se gana con defaults seguros, controles claros y auditoría. Microsoft ha mejorado en los tres, pero aún no estamos en “enciéndelo sin miedo”.
Buenas prácticas si Recall aparece en tu PC
Por cierto, si te llega la opción y quieres experimentar sin ponerte en riesgo, haría lo siguiente:
- No lo actives por defecto. Si lo haces, pruébalo en un entorno controlado (perfil secundario o equipo de pruebas).
- Excluye apps y áreas sensibles desde los ajustes. Prioriza excluir banca, gestor de contraseñas, correo corporativo y cualquier consola de administración.
- Pausa automática cuando abras apps de finanzas o RR. HH. Hazlo un hábito igual que bloquear la pantalla al levantarte.
- Elimina snapshots con frecuencia (y aprende dónde está ese botón). No guardes meses “por si acaso”. Menos historia, menos riesgo.
- Activa BitLocker y Windows Hello bien configurados. Sin esto, ni me plantearía probar.
- Separa contextos: un perfil o VM para banca/administración y otro para el resto. Virtualización ligera puede salvarte de sustos.
- Minimiza datos en pantalla: oculta saldos por defecto, desactiva previsualizaciones de notificaciones, no muestres códigos 2FA en el escritorio.
- Empresas: política clara de deshabilitar Recall, auditoría, DLP y formación. El cumplimiento normativo no negocia con pantallazos masivos.
Más allá de Recall: el futuro que Microsoft persigue
No perdamos de vista el bosque. Recall es una pieza de una estrategia mayor: asistentes de IA que entienden el contexto de todo lo que haces en Windows 11 y automatizan trabajo real, no solo resúmenes bonitos. Para llegar ahí, la IA necesita ver. El debate no es si la IA puede hacerlo; es cuánto le dejas ver, durante cuánto tiempo y bajo qué condiciones.
La sostenibilidad de esta idea dependerá de tres cosas:
- Privacidad por diseño: defaults prudentes, límites claros y borrado simple. Opt‑in real y reversible.
- Seguridad resistente a malware de sesión: aislamiento, sandboxing, separación de privilegios y controles de acceso que no dependan solo de “estás logueado”.
- Transparencia: logs, auditoría y visibilidad. Quiero saber qué se capturó, cuándo y por qué fue permitido.
Si Microsoft clava esos tres, Recall puede vivir en esa fina línea entre utilidad extrema y riesgo razonable. Si no, veremos una repetición de la historia: funciones poderosas que las empresas bloquean y los usuarios desconectan por puro instinto de supervivencia.
La pregunta incómoda
¿Vale la pena? Para algunos flujos de trabajo, sí. Pero incluso siendo fan del “contexto total”, hoy lo usaría solo en entornos acotados. La promesa de productividad es real; el coste potencial, también. En ciberseguridad, la ruina rara vez viene de un fallo épico: llega de pequeñas grietas que, sumadas, dejan pasar un océano. Recall, por diseño, multiplica las grietas si no se gestiona con precisión quirúrgica.
Ojo con esto: no es que la IA sea peligrosa per se. Es el nivel de acceso que le cedemos. La memoria perfecta es maravillosa cuando tú controlas el cuaderno; es terrible cuando alguien más lo hojea.
Mientras tanto, seguiré con mi regla de oro: todo lo que no me gustaría ver pegado en un tablón del pasillo, mejor que no quede en una captura automática. Y si un asistente promete verlo todo, yo decido cuándo puede mirar.
Recall es potente y útil, pero su valor depende de límites claros. Productividad sí, memoria total no. Mejor opt‑in, exclusiones estrictas y mucha disciplina.